Al Banco Central Europeo (BCE) no le gusta el dinero sucio. Y no porque pueda proceder de actividades ilícitas -que tampoco, claro está-, sino aquel que estéticamente no cumpla unos mínimos estándares de decencia. El instituto emisor de la moneda común no quiere ver circulando entre los ciudadanos del Viejo Continente billetes de euros que presenten una imagen cochambrosa, mugrienta, arrugada, flácida, decolorada, mutilada o reparada a base de pegar cachitos con cinta adhesiva.
Por eso, a partir del próximo 1 de enero entrará en vigor en España, Portugal, Irlanda, Italia y Grecia -casualmente los denominados 'pigs' (cerdos) europeos- el marco para el reciclaje de billetes, una normativa que básicamente obliga a todas las entidades financieras que manejan efectivo a retirar de la circulación aquellos billetes que, al pasar por sus manos, se encuentren deteriorados. En realidad, esta disposición fue aprobada por el consejo de gobierno del BCE en diciembre de 2004 y ya venía siendo aplicada en la mayoría de los países de la zona euro tras un período de transición que concluyó en 2007, si bien el plazo se amplió hasta fin de 2009 para Francia y de 2010 para los cinco países antes mencionados.
El principal objetivo de este reglamento es, según el organismo que preside Jean-Claude Trichet, «garantizar la integridad y la conservación de los billetes en euros circulantes», lo que además facilita «la correcta detección de billetes falsos» y «así mantener la confianza que los ciudadanos depositan en ellos». Y es que, al parecer, los falsificadores aprovechan el mal estado del papel-moneda en circulación para camuflar sus 'emisiones' y mezclarlas más fácilmente con las de curso legal. El BCE considera que comprobar la autenticidad de un billete es más «fácil y fiable» si está en buen estado.
La nueva normativa implica que las entidades financieras deberán retirar los billetes que no cumplan los requisitos mínimos de calidad que en ella se detallan para que sean reciclados, y les obliga a distribuir dinero en buen estado y que haya sido previamente autentificado. Para evitar las falsificaciones deberán comprobar que el efectivo mantiene intactos el hilo de seguridad, la banda holográfica, la marca de agua, la banda iridiscente y la tinta de color variable.
Un mundo en 18 milímetros
En cuanto a la calidad, los aspectos a verificar son la suciedad, las manchas, las inscripciones en los billetes, la decoloración, las rasgaduras, la existencia de agujeros, perforaciones, mutilaciones, reparaciones, arrugas, dobleces y flacidez del papel.
Así, por ejemplo, será motivo de retirada de la circulación de un billete si a simple vista presenta una apreciable suciedad generalizada, ya que ésta aumenta la densidad óptica de los billetes; o una concentración de mugre localizada que cubra al menos nueve milímetros cuadrados de la zona no impresa o de centímetro y medio en la superficie impresa. Asimismo será retirado el papel-moneda que muestre dibujos o palabras escritas por cualquier medio, los que hayan perdido todo o parte de su color original -algo frecuente en los rescatados de la lavadora-, a los que les falte algún trozo o esquina, y los que presenten rasgaduras de entre 8 y 18 milímetros, según el roto sea en vertical, horizontal o diagonal. Y también serán desechados los billetes recompuestos con cinta adhesiva o pegamento, los que tengan múltiples pliegues o arrugas y los que presenten un desgaste tal que ocasione una notable falta de rigidez del papel.
En sus instrucciones para la aplicación del marco para el reciclaje de billetes, el BCE distingue entre los entregados al público por personal de la entidad financiera en ventanilla y los dispensados a través de cajeros automáticos. En el primer caso, la comprobación de la autenticidad y del estado de uso de los billetes podrá ser realizada directamente por los propios empleados, que previamente han de recibir la debida formación al respecto. En el segundo caso, la entidad podrá cargar los cajeros automáticos con billetes recibidos del Banco de España, donde habrán sido testados, o por billetes en poder de la propia entidad después de comprobar su validez con equipos de tratamiento de efectivo técnicamente homologados por el Banco Central Europeo
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